Augusta Foss-Heindel

  

Memorias de Max Heindel y la Fraternidad Rosacruz

 

 

 
PARTE II-1
 
LA SEDE CENTRAL DE LA FRATERNIDAD ROSACRUZ
 
EL PRIMER CAMINO.
 
Durante este tiempo mientras los carpinteros y demás trabajadores ocupaban sus lugares, Max Heindel contrató a 
un hombre poseedor de algunos caballos y rastrillos, con fin de cortar y nivelar el camino que conducía desde 
la autopista hasta el nuevo edificio. Así se niveló un camino de cincuenta pies de ancho y el hombre trasladó 
gran cantidad de arena blanca linda y limpia, extraída de las orillas del río. La distancia no era corta, pero 
que gran trabajo había logrado ese hombre! Cada vez que sus trabajadores dejaban de ser supervisados por Max Heindel,
 simplemente holgazaneaban.
 
El camino completo, realmente era hermoso y el círculo que rodeaba el emblema también había sido terminado con
 arena blanca. La apariencia era gratificante, pero durante la sequia del primer invierno, hubo severas tormentas 
de viento. Lo que hicieron estas tormentas fue remover dicha arena para volcarla en las laderas y el campo en donde
 luego plantamos flores y nuestro camino quedó muy embarrado para cuando llegaron las lluvias de primavera. 
 
Este camino que conducía desde la principal carretera hasta el primer edificio, actualmente la biblioteca, era 
de unos 120 pies de largo. Hoy día la entrada es muy bella, el viejo desierto, el camino barroso, es hoy rodeado 
de hermosas margaritas africanas y palmeras y el centro del triángulo desde donde el camino parte hacia el círculo
 del emblema, hay un hermoso pino, con la estrella y un arreglo triangular de rosas. El pino ha crecido mucho desde 
entonces y cada Navidad es decorado con adornos eléctricos que lo transforman en un espectáculo realmente inspirador
 para dar la bienvenida a los miembros, amigos y nuevos visitantes a nuestras celebraciones navideñas. 
(El primer camino se extendió más tarde hasta transformarse en un hermoso camino asfaltado).
 
Había varios arreglos preliminares que hacer en esta época, cada uno de los cuales era un problema. 
 
Se habia solicitado una línea telefónica a la companía telefónica, pero sólo conseguimos una rudimentaria 
conexión de campo. Fuimos obligados a erigir nuestros propios postes y pagar nuestro cableado; sólo luego 
pudimos ser parte de la red telefónica y así conectar a nuestra organización y granjeros. Aquí tuvimos
 nuestro primer obstáculo, uno de los granjeros era católico a ultranza y se reveló y se opuso a que tuviéramos 
una línea telefónica. Tuvimos grandes dificultades para superar este prejuicio, pero al fin conseguimos una línea,
 claro que en cuanto sonaba el teléfono, había siempre 4 pares de oídos en la línea.
 
Otro de los problemas fué como llevar y traer correspondencia desde y hacia la ciudad. Un viejo carruaje tirado
 por dos caballos venía cada día llevando correspondencia de y hacia  Pala, Fallbrook y Bonsall. El anciano
 caballero conductor había sido contratado para recoger la bolsa cerrada de correspondencia a la entrada del 
camino, llevarla a la oficina postal y regresar con la correspondencia que nos enviaban una vez por día. 
 
Otras de las dificultades consistía en la manera que traeríamos las provisiones de la ciudad. 
Bedalia (el viejo automóvil) estaba aún descompuesto y aconsejamos a Max Heindel lo dejara guardado en la casa,
 pués no tenía autoencendido y para Max Heindel era un trabajo árduo cada día tener que darle arranque con la manivela.
 Bien, así la Sra. Heindel jugó el papel del muchacho de los mandados, caminaba tres kilómetros hacia Oceanside
 en donde compraba cuántas provisiones podía cargar en su bolso de compras, luego pagaba a un conductor 
diez centavos para que la trajera de vuelta junto con la correspondencia. La leche la conseguíamos de nuestro vecino.
 
NUESTRO JARDIN VEGETARIANO
 
Dado que conseguir la apropiada alimentación vegetariana no era tarea fácil, la Sra. Heindel compró melones 
y otras varias semillas, las que sembró en cada rincón húmedo donde la tierra no se fuera a secar muy rápido.
 Realmente ponía mucho esmero en lograr que las semillas germinaran, pero dado que no había vivido lo suficiente 
en estos climas no entendía bien el clima y las estaciones en estas tierras en las que a veces escaseaba la lluvia
 por meses. Usualmente las lluvias de invierno ocurren en California mientras el Sol pasa por Capricornio,
 Acuario y Piscis, pero ese año (1911/12) en invierno, California sufrió una sequía, por lo que no hubo
germinación alguna de semillas. 
 
Las reservas de agua de la ciudad de Oceanside estaban en la parte noroeste de los terrenos de La Fraternidad, 
pero así todo el agua que contenían los tanques era escasa y no solía alcanzar para dar a nuestra estructura agua
 para los baños de los miembros. Así Max Heindel meditó sobre este problema por unos cuantos días. De manera que 
para resolverlo se instaló un tanque de cincuenta galones en la casa con una conexión a la toma principal de agua
 y una válvula que cortaba el paso de agua una vez que el tanque se llenara. Se instaló un segundo tanque de
 veinticinco galones en el techo de la casa con una bomba en el primer piso que llevaba agua del primer tanque
 principal al del techo.
 
Cada mañana el Sr. y Sra. Heindel bombeaban agua al tanque más pequeño con el fin de satisfacer las necesidades 
de la casa. Muy a menudo se rompían las plomerías instaladas por un plomero de tercera categoría y las válvulas
 del tanque no cerraban. Así, si las mujeres que allí trabajaban, como a veces ocurría, no reparaban en este hecho,
 el tanque superior se vaciaba y debía ser nuevamente llenado.
 
Pero algo debía ser hecho para conseguir vegetales. Así la Sra. Heindel compró otro lote de semillas en un nuevo 
 intento de germinar tomates y repollos. Preparó un rincón, el más fértil, y plantó allí las semillas, esto era
 a comienzos de 1912. Luego de fuertes lluvias estas germinaron, junto a malezas que ella tuvo que remover. 
Dado que había estado trabajando tan duro con la máquina de escribir, la correspondencia y el empaque de libros,
 tuvo que remover la maleza con su mano izquierda pués su mano derecha estaba muy lastimada.
 
Un día la vió el señor Heindel mientras recogía maleza con su mano izquierda con un gran esfuerzo, este hecho 
lo hizo muy infeliz, por lo que se ofreció a ayudar sentándose en una pequeña caja. Entonces preguntó, 
"dime 
querida, cuál es una planta de repollo y cual de maleza"; ( Max Heindel era un hombre de ciudad que nunca 
había tenido este tipo de entrenamiento.) Como terminó removiendo más a menudo una planta de repollo o de 
tomate que una maleza, al fin se dió por vencido reconociendo que era más un estorbo que una ayuda. 
Pero al fin llegó la ayuda tan esperada, tras arribar de North Yakima, Washington nuestro secretario 
Charles Swigert, el cual venía a visitarnos desde North Yakima, Washington y las malezas fueron al fin removidas.
 
El próximo problema era cosechar las semillas. Contratamos a un vecino para los trabajos en la tierra,
 que debían ser realizados con una leve pendiente cuesta abajo, las plantas fueron plantadas y regadas
 y nosotros nos fuimos a la cama. Pero, ¡oh,sorpresa! en la mañana observando nuestra tarea manual del
 día anterior encontramos dos plantas de repollos solas dejadas, pués los conejos se habían comido el resto.
 Luego fué erigido una cerca de alambre de tres pies alrededor de nuestro precioso pedazo de terreno 
para vegetales y así el jardín comenzó a crecer. La falta de humedad fué superada plantando en la 
ladera de la colina y permitiendo que el agua se deslizara despacio y corriera hacia abajo entre 
las hileras durante la noche y los verdes guisantes, nabos, zanahorias y numerosos vegetales
 fueron el resultado de nuestro tremendo esfuerzo.
 
PERO nuestros problemas no habían finalizado: la habitación del Sr.Heindel miraba el jardín y el
 Valle de San Luis Rey, y muy temprano una mañana el Sr.Heindel me llamó para ir a su habitación 
y mirar a través de su ventana; nosotros contemplamos una liebre grande en el jardín. 
Esta liebre es mucho más grande que los comunes conejos pequeños y no tan amplios; nosotros no
 esperábamos este visitante. A los conejos les gustan por sobre todas las cosas, los repollos y nuevamente 
nuestros repollos se perdieron. Qué vendría luego? Bien, la Sra. Heindel comenzó a bajar por la escalera de
 atrás y procuró un guijarro y se lo arrojó al Sr. Conejo! El estaba tan asustado para saltar sobre la cerca
 y así el recibió una buena zurra, con la esperanza que el hubiera aprendido la lección y se quedara afuera,
 pero la siguiente mañana él estaba de nuevo en el sembrado de vegetales. La cosa siguiente fue procurarse un 
perro que cuidase nuestro jardín
 
Aquí otra vez estos pioneros encontraron dificultades en su trabajo y dos  pequeños sobrinos de la Sra.
 Heindel habÍan levantado un perro vagabundo de las calles de Los Angeles. Era un hermoso perrito abandonado,
 sin hogar, pero que sus ojos podían derretir el corazón de cualquiera que lo mirara. Lo nombraron Smart, nombre
 que le era muy apropiado, pués era capaz de perseguir a los conejos hasta la base de la ladera de la montaña sin 
siquiera hacerles daño, luego regresaba sucio y lleno de tierra de sus persecuciones, dando a la señora Heindel el
 trabajo de bañarlo. Su mayor diversión la que nunca se perdía, era la de pasear por las tardes con su maestro y cuidador.
 A pesar de todo, más tarde, Smart se tornó un estorbo más que una ayuda y en 1.913 uno de las estudiantes
 de la escuela de verano, la Sra. Kittre Comen, lo adoptó y lo llevó con ella a Mountain Home, Idaho y así 
dejamos a Smart por algún tiempo. 
 
En marzo de 1.912 se decidió que debíamos procurarnos nuestras propias frutas y vegetales,
 por lo que contratamos un jardinero. Este organizó un huerto en el que sembró árboles frutales, 
comenzó a plantar un jardin y durante el año de 1.912 un trabajo muy constructivo fué completado.
 Así se plantaron rosales y otras hermosas flores sobre el cerco de entrada, una fila de hermosos
 eucaliptos comenzaba a crecer, y todo mostraba una apariencia amigable, el terreno árido y seco
 se tornó en un brillante decorado cuál si verdaderos seres humanos vivieran allí.
 
 El jardinero continuaba sembrando semillas y algunas pequeñas flores comenzaban a mostrarse 
embelleciendo las sendas a lo largo del emblema erigido en la entrada. Una hilera de geranios 
crecieron hermosamente y algunos florecieron, porque en California el geranio crece casi como la maleza.
 
Luego de arduo trabajo que estos pioneros habían tenido al comenzar el jardín, al fin estaban animados 
por los resultados. Habían crecido tomates y como se avecinaban los meses de invierno la Sra. Heindel 
los recogió, así como los que aún estaban verdes, guardándolos cuidadosamente en la casa, pensando 
que así tendrían tomates a lo largo del invierno. También habían otros vegetales necesarios para 
satisfacer las necesidades de la famila durante el invierno (Ver Ecos Feb. 1.914 p.3, también Oct. 1.912 pag. 204.).
 
Esta era la situación hasta llegada la tarde del 2 de enero de 1.913, cuando el Sr. y Sra.
 Heindel dieron cuenta de la baja de temperatura que empezaba a manifestarse en el termómetro. 
Pero quien hubiera imaginado los efectos devastadores que serían causados por la visita de las 
heladas sólo unas horas después?. California sufriría una de sus peores heladas en los últimos 65 años.
 A la mañana siguiente, qué panorama!!!, agua congelada en los baños y tanques!!!, los vegetales verdes habían 
desaparecido a excepción de un hilera de  duraznos que aún florecían, los cuales eran lo único verde que quedaba.
 Rosas, geranios, todo había desaparecido: también esos tomates guardados debajo de la casa eran una masa de hielo.
 Bien, la aridez del campo nuevamente se había manifestado, todo debió ser replantado y con tan poca agua era 
realmente una tarea desalentadora. También las hileras de los pequeños eucaliptos comenzaban a quebrarse
 y estaban aparentemente muertos.
 
NUESTRA ENREDADERA DE TOMATES
 
Luego de un corto tiempo tras las heladas, el campo fué escenario de fuertes lluvias las que prepararon 
las tierras para una nueva siembra. Después, algo extraño ocurrió: Había aparecido una pequeña planta, 
la primer cosa verde en aparecer. En el mismo lugar en el que había crecido la enredadera, 
al borde de la galería del frente, allí comenzaba a crecer una huerta de tomates.
 Crecía tan rápido que luego de seis meses llegó al nivel del segundo piso dando sabrosos frutos.
 Nos preguntamos si el espíritu de aquellos tomates congelados no habrían entrado en la huerta para
 compensarnos por la anterior pérdida.
 
 
 
 
 
NUESTRA PRIMER IMPRENTA
( Comienzos de 1.912. Ver introducción Echoes nov. 1.914 pag. 17)
 
De cuando en cuando surgían dificultades especiales y una situación muy seria se presentó cuando la
 editorial que en Oceanside publicaba un informe semanal dejó de imprimir nuestras lecciones mensuales,
 pués el doblado y estampillado eran de un gran trabajo, y era la única imprenta en el pequeño pueblo.
 Nosotros mismos organizábamos e imprimíamos las lecciones mensuales en nuestra vieja imprenta,
 pero Max Heindel tenía la maravillosa facultad de solucionar cada emergencia. Jamás permitía este 
hombre de amplitud mental y siendo tan enérgico, que las circunstancias le dominaran y sus nobles
 pensamientos podían siempre encontrar las soluciones necesarias. 
 
Esta emergencia le condujo a Los Angeles, donde adquirió en cuotas mensuales una pequeña impresora Gordon.
 Luego de unos días se envió la imprenta la que fué puesta en funcionamiento en la Sede Central; funcionaba
 con energía humana, accionada por la energía que Max Heindel proporcionaba con los pies. Al ser puesta en 
la galería de entrada, resultó ser muy grande para la puerta. El empleado de servició de transporte y Max Heindel,
luego de intentar por algún tiempo la manera de introducir la impresora, y tras fracasar decidieron dejarla afuera.
 
 Si creemos en milagros, entonces debemos admitir que un milagro ocurrió en la mañana siguiente.
 Mientras la que escribe (la que aún era la cocinera) preparaba el desayuno, 
Max Heindel se sentó en la galería a meditar en como entraría la imprenta. 
Pensó que sería necesario llamar a un carpintero de Oceanside para que quitara el marco de la puerta tras
 lo cual entrarían la imprenta; una vez más el destino jugó su papel y ayudó a resolver este problema. 
 
Justo en ese momento un viajante que venía por la carretera de acceso preguntó si se le podía brindar el desayuno,
 cuando se sentó en la galería a esperar que el desayuno fuera servido, nota la imprenta. 
"Oh, dijo, tiene una imprenta Gordon nueva?", porque yo solía trabajar para la fábrica que hace estas imprentas",
 luego Max Heindel le comunicó su problema y el hombre rió: "Por qué, eso es sencillo, sólo quiten este tornillo
 y tiren de ese soporte y la imprenta pasará por la puerta como si nada",. Luego del desayuno este hombre ayudo a
 Max Heindel a ubicar la imprenta y hacerla funcionar.
 
Con la adquisición de esta imprenta los Heindel enfrentaban un nuevo trabajo, el de mantenerla en funcionamiento. 
Sus tareas multitudinarias también incluían la de preparar la imprenta para las lecciones mensuales 
de los estudiantes, así como la impresión, el doblado y ensobrado. Ahora con esta imprenta Max Heindel
 también debía escribir e imprimir panfletos y producir otro tipo de literatura con vistas a expandir 
el trabajo y las enseñanzas.
 
VISITANTE BLANCO Y NEGRO
 
 Luego de unos meses de trabajo agotador de la imprenta, el que a veces recaía en quién escribe cuando
 el corazón de Max Heindel se debilitaba, un joven hombre vino, y pudo quedarse algún tiempo tras ofrecer 
su trabajo a cambio de casa y comida. Tiempo después el Sr. Maretin Hill y Max Heindel decidieron instalar
 un pequeño motor eléctrico bajo la imprenta y tendieron una polea del motor a la imprenta.
 Así tan sólo encendían el motor del sótano cuando deseaban utilizar la imprenta.
 
Un día mientras los dos hombres estaban bajo la casa y quién escribe trabajando en la oficina,
 ella los escuchó como si llamaran a una mascota; luego Max Heindel nos llamó a que fuéramos a 
ver a la simpática mascota. Bien, apenas la que escribe se acercó a la abertura del sótano,
 de una vez vió el tipo de mascota de la que se trataba. Era un zorrino! el que aún no se
 habia hecho conocer! La salida de ambos del sótano fue realmente de lo más graciosa.
 Ese tipo de mascotas con el tiempo se volvieron un molestia en Mount Ecclesia. 
La visita perfumada de esos animales fué algo embarazosa durante los primeros años, 
las que se filtraban bajo la casa durante las noches.
 
EL FIN DE NUESTRO BEDALIA
 
El automóvil (Bedalia) que había sido guardado bajo la casa debía ser remolcado y reparado. 
Para ello se contrató un mecánico por unos cuantos días;  este trabajo lo continuó un empleado de Los Angeles. 
Luego los Heindel partieron hacia Los Angeles, con el que parecía ser un auto nuevo al amanecer,
 pero nuevamente tuvieron problemas con el mecanismo de Bedalia y gran parte del día lo pasaron en la ruta. 
 
No habían caminos pavimentados entre Los Angeles y San Diego en esos días; eran todos de tierra 
y con tan solo dos carriles. Naturalmente el tiempo de viaje era mucho mayor; finalmente llegaron 
a Los Angeles una vez llegada la tarde y luego de un descanso nocturno las compras necesarias 
fueron hechas y alrededor de las dos PM del otro día, iniciaron el retorno; el auto lleno hasta 
desbordar de vegetales, frutas y accesorios necesarios para la imprenta.
 
Al acercarse a las veinte millas de Mount Ecclesia, Bedalia comenzó a traer problemas y se detuvo.
 Max Heindel intentó en vano repararlo, luego un gran vehículo de turismo nos ofreció remolque 
hasta Oceanside. Así Bedalia fue enganchado a la parte posterior del vehículo como un buey,
 pero el conductor no reparó en el hecho de que nuestro auto no podía tomar las curvas tan
 rápidamente como él que tenía ruedas más grandes y el camino era bastante sinuoso. El resultado 
fue que Bedalia con Max Heindel adentro aterrizó fuera del camino, quedando firmemente enganchado
 en la zanja. Como el vehículo era abierto Max Heindel al salir despedido cayó sobre una pila de 
pasto seco, el que amortiguó la caída salvándolo de un grave accidente. Se mantuvo inconsciente por
una media hora, tras lo cual pudo caminar al vehículo mayor y luego arribamos a casa al amanecer 
agradeciendo el estar vivos. Max Heindel se habia golpeado un brazo por lo que tuvo que permanecer
 en cama durante unos cuantos días. Al día siguiente la Sra. Heindel tomó un tren a Capistrano para 
disponer la venta de Bedalia, concluyendo así la historia que casi cuesta la vida de nuestro querido
 lider.
 
EL MAESTRO SOLICITA LA ESCUELA DE VERANO
 
Una mañana de fin de otoño de 1.912, Max Heindel sorprendió a la Sra.Heindel manifestándole la solicitud 
del Maestro para iniciar una Escuela de Verano durante el verano de 1.913. La noticia casi aturdió a su
 compañera la que no comprendía como la llevarían a cabo contando tan sólo con una casa en la que las
 únicas 7 habitaciones eran destinadas a vivienda. Pero Max Heindel respondió a esto objetando que si
 era tal el deseo del Maestro entonces tendrían que encontrar las maneras y los medios de conseguirlos.
 
Luego de días de intenso trabajo, ambos trabajadores pasaron seis tardes planificando como esta estupenda 
tarea sería realizada, sin habitaciones, sin dinero, tan solo cinco ayudantes con la
 Sra. Alicia Gurnez de Sacramento, la cual se había sumado a nuestro grupo.
 
Se enviaron anuncios con la próximo lección mensual del estudiante, informando que una 
Escuela de Verano sería abierta el 4 de junio de 1.913 y que todos aquellos que deseaban
 asistir debían registrarse previamente enviando un depósito de cinco dólares.
 Se dijo que serían acomodados en carpa y cuarenta y un estudiantes repondieron inmediantemente. 
 Oh! que shock! Qué se debía hacer? Cómo podrían ocuparse de toda esta gente sin facilidades sanitarias,
 sin electricidad, sin gas y con muy poca agua?.
 
Pero ambos tenían a la Luna y el Sol en el Ascendente, él en Leo, y la autora tenía el Sol
 y la Luna en Acuario, lo que decía que ellos formaban un excelente equipo de trabajo, 
lo que a uno no se ocurría al otro sí. Nuevamente nuestro afortunado amigo Rollo Smith, 
fué el primero en ofrecerse a venir y ayudarnos en la construcción. 
Pero cómo serían comprados los suministros era una incógnita.
 
Tan solo había ochenta y cinco dólares en el banco y con esta suma y los cinco dólares
 de los depósitos solicitados a cada asistente, ambos líderes debían comprar carpas, 
mantas, colchones, etc. Debían establecer una cocina apta para la comida de cuarenta 
y un estudiantes más los cinco trabajadores en ese entonces. Naturalmente la tarea más
 pesada debía recaer sobre la mujer.
 
La Sra. Heindel permaneció despierta por varias noches planificando cómo compraría lo 
necesario para hacer al menos parcialmente confortables a las cuarenta y seis personas,
 finalmente sugirió un esquema que podría funcionar. Ella tenía un pariente que era ribeteador 
de ventanas en un local de carpas y toldos de Los Angeles y estaba dispuesto a dar garantía por
 nosotros sobre veinte carpas, cuarenta catres de armada y mantas, más cincuenta sillas plegables 
las que pagaríamos a los sesenta días. La Sra. Heindel también tenía una amiga que se había ocupado 
del correo, trabajando en una gran tienda, cuya influencia le sirvió para conseguir un crédito
 a sesenta días por la compra de sábanas, almohadas, etc..  Algunos de los miembros de Los Angeles 
vinieron a la Sede Central algunas semanas antes al comienzo de clases y ayudaron a coser las
 mantas o cubrecamas que fueron hechas y no compradas, la tela y el relleno de algodón fueron 
comprados en la tienda, así como la vajilla en general. 
 
De esta manera, la parte vital o central del problema había sido resuelta pero los Heindel no
 tenían por costumbre endeudarse; era una regla para ellos el pagar sobre la marcha y 
prescindir de lo que no pudieran pagar hasta poder hacerlo. Durante este tiempo de todos 
modos dependía del pago en tiempo de sus estudiantes, de la pequeña suma de  u$s 25 por cada
 uno por el primer mes de casa y comida, pago con el cual cancelarían lo adeudado.
 
La construcción original se ubicaba sobre la ladera de una pendiente, una pequeña colina, 
dejando libre un amplio espacio en el sótano. El Sr. Rollo Smith había construido este espacio
 con madera dura, a la que se le anexó  una cocina usada con la cual cocinaría para esos sesenta 
estudiantes hambrientos más los trabajadores.
 
La noticia más alegre vino cuando Fred Cartter, joven hombre que había aprendido enfermería 
y hecho un curso de cocina vegetariana en el Sanatorio de Battle Creek, se ofreció a venir 
y cocinar gratis. Bien, todo parecía estar funcionando bien, salvo por el hecho de que al estar 
Mount Ecclesia a unos tres kilómetros de Oceanside, no había hielo, gas, ni electricidad,
 se utilizaba aceite de carbón y hulla para las lámparas y destilado como combustible en la cocina.
 
CIUDAD DE CARPAS
 
Fué una maravillosa apertura de la escuela de Verano en Mount Ecclesia. Los estudiantes, muchos de los cuales
 estaban acostumbrados a una lujosa y cómoda vida hogareña se adaptaban alegremente a esta vida dura, estando
 todos dispuestos a prestar su ayuda. Los estudiantes se turnaban para poner la mesa en el comedor y lavar y 
secar la vajilla. Cada carpa tenía dos catres y un pequeño mueble casero con un pequeño espejo, una lámpara de
 aceite y dos banquillos de campo completando el mobiliario. Nunca hubo desde esta primer escuela de verano 
una atmósfera tal de compañerismo y alegría en ninguna de las escuelas posteriores. Cuando los estudiantes 
deseaban tomar un baño caminaban tres kilómetros a través de los polvorientos caminos que los llevaban al 
Océano y sin embargo estos baños eran los más exquisitos de todos los placeres.
 
UNA FIESTA (PICNIC)
 
El 11 de mayo de 1.913, setenta y cinco miembros del Centro de Los Angeles contrataron un vagón del Expreso
 de Santa Fe al reducido costo de U$ 1.00 por persona, del pasaje de ida y vuelta. Con canastos llenos para 
el almuerzo, llamaron a la nueva Sede Central para luego  hacer un picnic en los campos. En esos tiempos habian 
una serie de árboles que daban sombra a los que alli hacian picnic, aunque la mayor emoción residía en el hecho 
de saber que estaban en las tierras donde se construirían las futuras oficinas de la Sede Central. Max Heindel 
los entretuvo en la nueva oficina con una charla sobre auto confianza y los alegraba anunciando una conferencia
 en el Centro de Los Angeles, el domingo siguiente.
 
PRIMERA REUNION DE PROBACIONISTAS
 
El 25 de mayo de 1.913, una semana antes del inicio de la escuela de verano, Max Heindel comentó a su ayudante 
que el Maestro deseaba que se iniciaran sin más demoras las reuniones de probacionistas y le preguntó si podía
 tener el el emblema listo para esa misma noche. Un carpintero cortó dos cruces y la señora Heindel pintó una 
de ellas de negro con un ribete y en el reverso, de blanco con ribete negro. Pero Max Heindel solicitaba una
 cruz blanca también, además de las sietes rosas rojas y la rosa blanca, así que pintó la otra cruz de blanco. 
Pero ahora Max Heindel dijo que ellos necesitarían una cruz sólamente blanca, junto con las siete rosas rojas y
 una blanca; así ella pintó esta cruz adicional de blanco. Ella tenia todo listo, así como tres rosas  blancas
 extras que había encontrado en uno de los rosales. 
 
Arregló este emblema en su oficina y temprano en la mañana puso las tres rosas blancas en el centro del círculo
 de rosas rojas. Los siguientes probacionistas se hicieron presentes a las siete de la tarde, algunos de los
 cuales habian venido para ayudarnos con la apertura: La Sra. M.Mason, Alice Gurney, Flora Fyle, Phillip Grell, 
el Sr. Rollo Smith, Fred Carter, Eugene Muller, Max Heindel y la Sra. Augusta Foss de Heindel.  
Aquí nuevamente tenemos representado el mismo nueve, más de acuerdo a la numerologia también se 
representa a La Fraternidad Rosacruz.
 
Los mencionados nueve probacionistas permanecían sentados en profunda meditación cuando de repente 
las tres rosas blancas comenzaron a moverse, una se resbaló y cayó para quedar suspendida sobre una hoja,
quedando una sola de las tres entre las rosas rojas. No es suficiente decir que los nueve miembros quedaron
 impresionados con este hecho. Las vibraciones en la sala se tornaron tan elevadas que algunos de los 
presentes estaban como encantados, había una presencia poderosa. En cierto momento Max Heindel 
intentó pararse con la intención de hablar, pero la emoción le sobrepuso, fallando su voz
 y demandando algunas lágrimas. Todos los presentes intuían 
la presencia del décimo tercer Hermano (Christian Rosenkreutz) en su cuerpo vital 
y estamos muy convencidos de que ninguno de los presentes jamás olvidará esta reunión.
 Luego de algunas palabras de Max Heindel se retiraron, sin siquiera mencionar palabra,
 todos sintieron haber estado en presencia de un Santo.
 
CLASES
 
Las clases se llevaban a cabo en las tardes y mañanas. Alice Gurnez asistía a Max Heindel
 en la enseñanza de lass clases de filosofía, la Sra. Elizabeth Mac Duffey, de Filadelfia 
enseñaba las clases en inglés y la Sra. Fanny Rokwell las de astrología preliminar. 
Max Heindel enseñaba las clases de filosofía y astrología avanzadas a la vez que conducía
 una interesantísima clase de preguntas. La Sra. Heindel era la jefa jardinera, directora de oficinas,
 conducía la cocina por lo que estaba muy ocupada para asumir el trabajo de clase o siquiera asistir
 a las mismas como una regla. Como las clases se dictaban en la gran carpa comedor, antes de comenzar
 había que rebatir las mesas contra las paredes para hacer lugar a los estudiantes que llenaron el lugar,
 vaya si estaba interesados!. Realmente trabajaban duro esmerándose como ninguno de los estudiantes 
lo hacía en esos días.
 
LA CARPA COMEDOR
 
Un gran contratiempo surgió a causa de los vientos marinos que soplaban alrededor de las once AM de cada día.
 El "techo" de la carpa se había roto, flameando y produciendo gran ruido a la vez que dejaba pasar
 los poderosos rayos solares tan intensos en California, dificultando la visión de los estudiantes,
 lo que hizo necesario construir un nuevo techo que cubriera el comedor.
 
 
 
 
EL TECHO DE TABLAS
 
El espíritu de servicio era tan fuerte entre los estudiantes que estaban siempre listos para cualquier 
labor que fuera necesario hacer. Cuando Rollo Smith había armado el techo había tantos voluntarios
 dispuestos a ayudar a clavar el mismo, que debian turnarse pués no habían demasiados  martillos 
e implementos suficientes para todos. También las mujeres trepaban al techo y ayudaban a cubrirlo.
Me viene a la mente el recuerdo de una mujer que es hoy una eminente conferencista y médica osteopática, 
así de un pequeño abogado quién se puso sus viejas ropas, ambos trepando al techo para ayudar con la costura del techo. 
 
Un estudiante, que previamente fué abogado, visitó la Sede Central recientemente.  
Es el Doctor Benjamín Hayman, actualmente un exitoso y popular médico osteopático en Galveston, Texas.
 A pesar de haber cambiado de profesión el doctor aún sigue los estudios Rosacruces y espera algún
 día residir en el estado de California una vez se haya retirado.
 
                               EL FANTASMA QUE CAMINO
 
Estas memorias no serían completas si no contáramos algunas de las cosas que pasaban de vez en cuando.
 Una de ellas se destaca particularmente, pués es única. Una noche bajo una brillantísima Luna, el grupo
 de estudiantes había decidido cocinar cereales en la costa del Oceáno Pacífico. El Sr. y la Sra. Heindel,
 más una anciana cuidadora fueron los únicos que habían permanecido en la Sede Central, que distaba algo 
del campamento en el que los estudiantes dormían. Esta buena anciana había ido relativamente tarde en la 
tarde a la cocina por algo, retornando luego sola a traves del camino que conducia a las carpas. 
De repente se enfrentó a un misterio - justo delante de ella había una sombra caminando por el mismo 
que ella seguía. Se mantuvo a cierta distancia de ella, lo que la asustó terriblemente.
 
Al volver el grupo de la playa la mujer contó su extraña experiencia; a la mañana siguiente se tejían un 
sin fin de historias en el comedor sobre este extraño fenómeno -un fantasma había caminado- y qué o quién sería?,
 se preguntó a Max Heindel si este había sido el Maestro. El había comprendido la broma al instante como 
la Luna estaba tras de ella, a medida que caminaba su sombra se proyectaba delante de ella, ella había 
resultado ser su propio fantasma!.
 
Pero dado que las historias trascienden se comentaba en Oceanside que se habían observado fantasmas 
caminando entre las tierras de aquellos "extraños ocultistas en las colinas". Algún tiempo después 
otro murmullo misterioso fue escuchado, al parecer el primer piso de nuestro único edificio era rondado
 y ruidos fueron escuchados por quiénes residían en el piso superior. Al enterarse la Sra.Heindel 
explicó que por consecuencia del golpeteo que producía el viento matinal proveniente de las montañas,
 originado por un árbol de bananas que se apoyaba en la parte Este del edificio.
 
 
 
 
SIN AGUA
 
Un problema surgió durante el primer mes de la escuela de verano, al llegar los días de calor del mes de Julio.
 Nuestra provisión de agua procedía de la reserva de la ciudad de Oceanside, ubicada al Norte de Mount Ecclesia.
 Día tras día, justo cuando necesitábamos agua para cocinar o bien regar las plantas el agua se detenía. 
La Comisión de Síndicos de Oceanside se oponían con frecuencia a que los tanques conservaran 
el agua necesaria para abastecer a La Fraternidad Rosacruz. Así que un día cuarenta estudiantes 
partieron en grupo liderados por nuestro pequeño abogado hacia la oficina de Oceanside 
con fin de solicitar a la Comisión de Síndicos  una mayor provisión de agua. Tuvieron éxito temporalmente,
 pués el espíritu de antagonismo hacía los extranjeros también prevalecía en la Comisión de Síndicos 
y en sus opiniones Oceanside, era un hermoso lugar donde vivir sólo si todos eran conocidos o bien 
tenían un grado de parentesco.
 
UNA NUEVA PLANTA DE BOMBEO
 
La creciente seriedad debida a la situación del agua hizo necesaria la instalación de una planta propia
 en Mount Ecclesia. Uno de nuestros probacionistas, el Sr. F. W. Kennedy, quién era el gerente de 
la compañia Moline Plow de la costa del Pacífico, en Stockton, California, ofreció donar la bomba una vez
 cavado el pozo del cual se extraería el agua, por lo que Max Heindel consiguió quién hiciera el pozo, 
sobre el cuál se puso a trabajar sin demoras. El agua se encontró a una profundidad de 28 pies, lo que
 puso muy feliz al Sr. Heindel. Sin embargo, lo más difícil estaba aún por venir, pués el pozo estaba 
en la ladera de la colina a unos doscientos pies abajo. Se hizo un tanque sobre la colina a la vez que
 cimentaron las paredes, en el que se bombearía el agua, para luego, ser bombeada nuevamente hacia otro
 tanque menor ubicado sobre la casa a unos veinte pies de altura. Este proceso nos daba la presión 
suficiente cómo para disponer de agua tanto en baños como en la cocina, naturalmente fué una gran 
carga para nuestros escasos recursos, pero ahora contábamos con toda el agua que necesitábamos.
 
Ahora, puede uno imaginarse a un hombre con problemas de corazón hacer tan terribles recorridos 
ascendentes en la colina a través de los doscientos treinticinco pies de altura. Bien, esto lo 
hacía unas tres veces al día y la parte más triste es que cuando estaba lidiando con estas máquinas,
 los estudiantes le solían acompañar al valle con objeto de hacerle preguntas sin pensar en su trabajo tan arduo.
 
Nuestra alegría por tener nuestra propia planta de agua duró poco, pués por la poca profundidad del
 pozo y la cercanía del Océano el agua era sumamente alcalina perjudicando a la vegetación. Luego 
de unos meses, las lechugas, frutillas así como el resto de la vegetación delicada se había marchitado
 y muerto, por lo que estábamos ante un dilema.  Este agua solo servía para los baños y el lavado de
 la vajilla y cierto tipo de vegetal. Debido a esto fué eventualmente necesario que hiciéramos una
 formal demanda ante el Gobierno de la Ciudad para que mejorarán el suministro de agua.
 
El problema del agua se arrastraba y se tornó en una seria controversia con los Síndicos de la Ciudad
 que eran del tipo de los que no consideraban los derechos de los ciudadanos. Insistían en mantener la 
puerta de Mount Eclessia abierta que conducía a sus reservas. A través de esta puerta el viejo hombre a
 lomo de caballo debía pasar cada mañana para controlar cuánta agua había en dicha reserva. Con fin de 
prevenir de que el ganado pasara a nuestras tierras y  destruyera nuestros árboles y plantas, Max Heindel
 insistía en que dicha puerta se mantuviera cerrada, pero cada mañana el hombre la dejaba abierta. 
 
Esta dificultad se prolongó por varios años. Finalmente en 1918 los funcionarios ordenaron un mandato
 impidiéndonos cerrar y bloquear la puerta. Max Heindel no deseaba llevar el caso a la Corte como 
lo había mostrado su paciencia, pero a esta altura no podía evitarse.
 
El requerimiento nos había llegado un sábado en la tarde y contenía una citación para concurrir en la mañana 
del siguiente lunes. Max Heindel llamó a su abogado en San Diego para que nos representara y a las diez en la
 mañana del lunes estábamos en la corte aunque no había aparecido abogado alguno. Max Heindel tuvo que ir a 
la oficina del abogado a llamarle y aunque al entrar escuchó su voz a través de la puerta de su oficina,
 le fué informado por su asistente que el Sr. Adams Thompson no estaba en la ciudad, Max Heindel regresó 
a las oficinas de la corte y fue aconsejado por quién le acompañaba que se defendiera a sí mismo. 
El juez estaba enterado de que Thompson estaba en la ciudad y cuando tocó el turno a este caso se falló 
en favor de Mr. Heindel quién ganó contra la ciudad de Oceanside. Los Síndicos habían sido reprendidos
 por el juez por haber interferido con el abogado de su oponente.
 
El cierre definivo de las calles abandonadas que habían sido trazadas durante el auge inmobilario antes
 mencionado, así como el de las puertas y calles que daban a la reservan no fueron completados del todo 
hasta que fuimos bendecidos con la ayuda de Hiram Graves, quién había venido a la Sede Central 
a ayudarnos en la oficina y quién había sido una vez detective. Su relación con amigos de Oceanside
 pronto nos reveló un comportamiento poco ético por parte de los Síndicos. Se procuró las pruebas 
y las expuso con el resultado que dichos Síndicos se vieron forzados a renunciar y una nueva junta
 de Síndicos fueron electos deseando establecer las diferencias fuera de la corte respecto de los anteriores.
 Era para fines de noviembre de 1918 cuando el caso había sido resuelto y Max Heindel pasó al gran más allá 
el 6 de enero de 1919.
 
PRO-ECCLESIA
 
La parte material del trabajo (1.913) continuaba satisfactoriamente a pesar de los tantos tropiezos a los 
que estábamos expuestos. Las clases continuaban con gran asistencia y la parte social del trabajo también
 era próspera, pero el fin y objeto de La Fraternidad Rosacruz era el de ayudar a espiritualizar al mundo, 
el de fortalecer la fe de la gente hacia la religión Cristiana.
 
Este debía ser el próximo trabajo que debía asumirse; hasta aquí los servicios espirituales se habían 
llevado a cabo en lo que era el primer comedor y cómo esta sala se hallaba frente a la casa, se había 
convertido en una oficina general y de recepción. Sólo medía doce por catorce pies, pero aquí se llevaban 
a cabo los servicios matinales. No sólo este recinto se tornaba muy concurrido durante las clases de verano,
 sino que además el Maestro había informado a Max Heindel que había llegado el tiempo de utilizar 
una estructura sólo para los servicios espirituales.
 
Cuando la noticia de este nuevo espacio se difundió, los estudiantes estaban todos de acuerdo 
y los planos fueron dibujados por uno de nuestros miembros de Nueva York, Francis Lyon, quién tenía cierto
 entrenamiento en líneas artísticas y arquitectónicas. Francis Lyon permaneció durante todo el período,
 y compró un lote en el vecindario y construyó una casa para ella y su madre, quién era viuda de un ministro 
episcopal. 
Esta diminuta Señora se oponía decididamente a que su hija viniera a un lugar tan peligroso como la Sede Central 
y con fin de protegerla su madre tuvo que venir también. En menos de un mes la madre de Lyon se había convertido
 en una de las más entusiastas estudiantes y estaba dispuesta a pasar el resto de su vida en Oceanside.
 Luego hablaremos más de la  madre.
 
La idea de que tal emprendimiento sería llevado a cabo era realmente dudosa, hasta que un contratista de San Francisco,
 el Sr. William Koenig, arribó a escena. Demostró ser el hombre adecuado para llevar adelante 
la construcción de la pequeña capilla. El entusiasmo desplegado por los miembros estudiantes crecía 
y cada cual ofrecia su servicio con fin de terminar la Capilla para el 24 de diciembre de1.913., para Nochebuena. 
 
Esto se habia logrado y en la noche de su inauguración, la víspera de Navidad, se habia 
llenado hasta desbordar las puertas por miembros que nos visitaban de los pueblos vecinos.
 Esta pequeña Capilla (la Pro Ecclesia) se habia convertido en un popular centro espiritual.
 Desde el tiempo de su inauguración han habido dos servicios diarios, uno matinal y otro vespertino. 
Estos servicios jamás fueron omitidos, aunque habia dias en los que Max y Augusta Heindel eran los
 únicos asistentes. Entonces mientras uno leia el otro tocaba el órgano y ambos constituían el coro. 
 
La siguiente cita fue extraida de "Ecos" de Enero de 1.914 y fue dictada por el mismo Max Heindel:
 
 
"Las propiedades acústicas de la capilla Pro Ecclesia son muy buenas, cada palabra hablada, 
ya sea en voz muy baja,
 es bien escuchada por cualquiera. A esto se suma la gran resonancia del órgano, 
el que debe ser escuchado para ser apreciado. El techo es de un crema muy claro, l
as paredes son tostadas y los trabajos en madera terminados al natural.  El esquema  de
 colores es bellamente armonioso y sedativo a los sentidos. El sistema de iluminación es de una 
luz indirecta que es enviada hacia el techo, la que se refleja por las paredes hacia el hall, 
la que se torna suavemente difusa sin el resplandor del método ordinario. 
 
"La tribuna se sitúa al oeste, y un altar, en el centro de la pared oeste, contiene el emblema Rosacruz,
 que consiste en la estrella sobre un fondo azul, la cruz blanca con su borde negro y las rosas rojas.
El símbolo se expone sólo en los servicios, fuera de estos una cortina le cubre. La cortina contiene
 la siguiente inscripción: "Dios es luz, si andamos en la luz, como EL está en la luz, tendremos confraternidad 
unos con otros." Durante los servicios, el hall se oscurece, y el altar con su emblema, es bellamente 
iluminada con luces  especialmente dispuestas a sus laterales.
 
"Frente a la cortina antes mencionada, hay un pie con la Santa Biblia, enviada por un estudiante 
de los Estados Centrales. Y sobre el altar, se halla una inscripción Christian Rosa-Cruz. A la
 izquierda del altar hay una reproducción del joven Cristo de Hoffman, artísticamente realizado por
 Gertrude Jarret, uno de nuestros trabajadores voluntarios en la oficina. Sobre esta reproducción se
 halla la inscripción "Ustedes son mis amigos". Hacia la derecha hay otra copia de Cristo arrodillándose 
en Getsemaní,  al comienzo de su pasión. Y sobre este cuadro se halla la inscripción "Esperando el día de
 la liberación". Este hermoso cuadro es de Sewart Vogt, un destacado artista y estudiante de la Fraternidad.
 Ambas obras son expresiones de amor y gratitud por parte de los estudiantes. Debe destacarse además que 
gran parte del trabajo de construcción del propio edificio fue hecho por estudiantes en la Sede Central. 
Más, esta construcción fue hecha por amor, en gran medida; es por esto mucho más valiosa que si el trabajo
 hubiera sido enteramente hecho con ayuda contratada sobre una base comercial. Sin duda la construcción 
del templo espiritual invisible teniendo en cuenta eso, sería mucho más sencilla.
 
Quiénes han estado en la Sede Central en sus primeros tiempos habrán observado que el techo de la preciosa
 Capilla era de color crema y las paredes de un tostado, así como el mobilario de madera estaba terminado 
al natural, colores que fueron elegidos por el propio Max Heindel. A pesar de esto, esta disposición de
 colores fue cambiada luego por miembros que no entendian esto, y mientras la que escribe estaba en una 
serie de conferencias en el Este durante 1.936, estos miembros, queriendo sorprenderla dando cierto aire
 renovador a la Capilla, cambiaron los colores del techo a un azul claro, asi como el recubrimiento del 
piso de un verde a un tostado y por último las cortinas que eran de un verde musgo por un azul oscuro.
 Esperamos que estos pequeños cambios vuelvan algun día a sus colores originales, los que habían sido elegidos
 por Max Heindel, pués Pro-Ecclesia (la capilla) es la única construcción que permanece original e intacta 
desde los tiempos de Max Heindel. 
 
Es el deseo, si, aún imploración, de quién escribe, que estas disposiciones únicas y originales que fueron
 el orgullo de Max Heindel en las épocas en que los dólares escaseaban, pero en las que el espíritu de servicio
 era grande, sean restauradas y luego conservadas tal cual fueron planeadas. Cuando llegue el tiempo en el que 
la que escribe sea llamada por su Creador a unirse a su ser amado en los mundos celestes, permitan que queden
 responsables de llevar el trabajo adelante, que esta acogedora y amada capilla permanezca siempre sagrada, 
sin ser cambiada. Permitan que el amor de estos primeros pioneros, sinceros, bajo la guía de su tan amado lider, 
continúe siendo sagrado, permitan que esta única construcción sea en memoria de las luchas de aquel pequeño grupo
 de trabajadores, estudiantes y miembros de aquella primera  Escuela de Verano - y de Max Heindel.
 
                                 LAS PRIMERAS CABAÑAS
 
La primera escuela de verano comenzó el 4 de Junio de 1.913 y al comienzo del otoño, muchos de estos estudiantes
 aún permanecían y deseaban otros quedarse indefinidamente. Qué hacer con la gente mayor y los niños, los que no 
eran pocos? Cómo de costumbre, la mente  creativa y previsora de Max Heindel encontraría los medios y las formas. 
Cuándo se habian planeado las carpas, se habia decidido hacer los pisos de las mismas de piso rigido con objeto
 de proteger a sus ocupantes del frío habitual que transmite el suelo y estos pisos se hicieron de doce
 por catorce pies.
 Esto dió la idea a Max Heindel de poner dos de estas superficies juntas y construir pequeñas cabañas sobre ellas.
 
Esta idea agradó a los estudiantes, los que, como de costumbre estaban listos a ayudar en la construcción. 
Sin demoras se hicieron los preparativos y se trasladaron los pisos a una ladera en la colina y se los 
adaptó al lugar; luego, con la ayuda de un verdadero carpintero, quién nuevamente era nuestro leal 
Rollo Smith,
 la cabaña de dos habitaciones se erigió en un tiempo muy corto y sin los costos que significaba
 el tener que contratar a alguien. Se hicieron tres de estas cabañas, totalizando seis habitaciones
 confortables adecuadas para los meses de invierno y aunque no lo crean, había quiénes permanecían 
durante el invierno en las carpas, soportando las fuertes tormentas invernales.
            
                           LAS CLASES DE MAX HEINDEL
 
 Como disfrutaban los estudiantes las clases de Max Heindel, y más, le hacían aún prisionero con todo su amor 
y entusiasmo!!. No podía caminar tranquilo sin que hubieran quienes le hicieran preguntas constantemente.
 Los estudiantes estaban tan entusiasmados y tan deseosos por conocimientos que se olvidaban que Max Heindel
 a veces necesitaba tiempo en soledad, especialmente cuando habia que atender trabajos personales,
 pués ademas de ser escritor, era plomero y electricista. De hecho, estaba dispuesto a hacer cualquier
 tipo de trabajo, incluyendo el lavado de vajillas y el barrido de pisos.
                  
                        JOSIE Y JOSEFINA 
 
No debemos olvidar uno de los acontecimientos más graciosos de esta interesante vida pionera.
 En la época de la primer escuela de verano Mount Ecclesia poseÍa una dulce vaca llamada Josie,
 pero al aumentar la gente se hizo necesario adquirir otra. Las vacas escaseaban en o cerca de
 Oceanside por lo que fue necesario que el Sr. y la Sra. Heindel recorrieran de granja en granja 
hasta lograr encontrar dicha vaca.
La segunda búsqueda fué mucho mas dificil que el hallazgo de Josie y fue cerca de la puesta de Sol
 cuando estos infatigables cazadores al fin encontraron una vaca que estuviera a la venta.
 Era una pesada Holstein, 
un animal que había sido la mascota de la mujer de la casa y realmente era reacia a dejar su hogar. 
Con objeto de motivarla a que los siguieran de vuelta en su viaje, el Sr. y la Sra. Heindel  llenaron 
 el   transporte con heno. Cuando habian cubierto la mitad de las doce millas de su viaje de vuelta, 
el heno se habia acabado y ella se negó a seguir al carro. Era un animal tan pesado que cada vez que 
se resistía detenía el carro incluyendo al caballo, por lo que uno debía permanecer en el carro mientras 
el otro debia seguir al lado de la vaca para que esta caminara. Llegaron a Mount Ecclesia cansados y tarde 
en la noche. (Nota se la llamó Josephine ).
 

CONTINUA

 

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PARTE II-2

PARTE III

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